Los ministros y su legitimidad

 En el Nuevo Testamento, la expresión “ministros de Satanás” aparece en 2 Corintios 11:13-15, donde Pablo advierte contra los falsos apóstoles:

“Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.” (RVR1960)

Sentido del texto

  • Identidad: Los “ministros de Satanás” son aquellos que, aunque aparentan ser líderes, maestros o apóstoles de Cristo, en realidad sirven a los intereses del diablo.

  • Método: Se disfrazan de ministros de justicia, es decir, parecen piadosos, morales y correctos, pero su enseñanza y acciones desvían de la verdad del evangelio.

  • Ejemplo: Pablo los confronta en el contexto de Corinto porque se presentaban como superiores a él, tratando de engañar a la iglesia con doctrinas falsas y buscando prestigio humano.

  • Destino: Aunque logren engañar por un tiempo, su fin será el juicio divino “conforme a sus obras”.

Rasgos principales según el NT

  1. Hipocresía y engaño religioso (Mateo 7:15: “lobos rapaces vestidos de ovejas”).

  2. Distorsión del evangelio (Gálatas 1:8-9: “si alguien os predica un evangelio diferente…”).

  3. Búsqueda de gloria personal en lugar de la gloria de Cristo (Filipenses 3:18-19).

  4. Influencia demoníaca: no son simples hombres equivocados, sino instrumentos del adversario (1 Timoteo 4:1: “espíritus engañadores y doctrinas de demonios”).

👉 En resumen: los ministros de Satanás son falsos maestros y líderes que, bajo apariencia de piedad, promueven enseñanzas y prácticas contrarias al evangelio de Cristo. No siempre son abiertamente malignos; al contrario, se disfrazan de bien, lo que los hace más peligrosos.


Podemos desarrollar un argumento sólido contra la idea de que la sucesión apostólica o la imposición de manos sean necesarias para garantizar la legitimidad ministerial. Vamos a hacerlo en varios pasos, vinculando con el texto de Pablo sobre los ministros de Satanás.


1. Base bíblica: el discernimiento está en el fruto, no en la sucesión

Pablo en 2 Corintios 11:13-15 deja claro que el criterio de legitimidad no es el reconocimiento humano ni la apariencia externa, sino la fidelidad al evangelio de Cristo. Los falsos apóstoles tenían todos los “sellos” de autoridad que podían impresionar a la gente, pero en realidad servían a los propósitos del enemigo.
👉 Esto muestra que la validez de un ministerio no depende de una línea de imposición de manos o de sucesión, sino de la obediencia al evangelio y el fruto que produce.


2. Ejemplo negativo: la sucesión no impide falsos ministros

El mismo hecho de que Pablo hable de ministros de Satanás “disfrazados como ministros de justicia” implica que podían ser reconocidos por la comunidad como líderes, e incluso tener cierta autoridad formal. Sin embargo, eso no los hacía verdaderos siervos de Cristo.
👉 Esto prueba que la sucesión institucional puede coexistir con la corrupción espiritual, y por lo tanto no es una garantía de autenticidad.


3. Ejemplo positivo: Dios llama sin necesidad de sucesión

  • Pablo mismo: aunque recibió imposición de manos en ciertos momentos (Hechos 13:3), deja claro que su apostolado no provino de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo (Gálatas 1:1).

  • Profetas del AT: fueron levantados por Dios sin necesidad de una cadena de reconocimiento sacerdotal, incluso en oposición al sacerdocio oficial corrompido (ejemplo: Jeremías frente a falsos profetas del templo).

  • Jesús mismo: no fue legitimado por los sumos sacerdotes o escribas de su tiempo; al contrario, fue rechazado por ellos. La autenticidad de su ministerio se vio en su fidelidad al Padre y en las obras que daban testimonio de Él (Juan 5:36).

👉 Con esto vemos que el sello divino no se transmite automáticamente por estructuras humanas, sino por la obra del Espíritu Santo.


4. Principio teológico

Si el NT enseña que hay ministros de Satanás (aunque aparentemente legítimos), también enseña que hay ministros de Cristo que, aunque rechazados o sin respaldo institucional, cumplen fielmente el propósito de Dios. La verdadera distinción está en a quién sirven y qué evangelio predican.

  • Un ministro de Cristo es aquel que predica a Cristo crucificado y resucitado, obra conforme a su Palabra y da fruto que glorifica a Dios (Juan 15:8).

  • Un ministro de Satanás es aquel que, aunque tenga títulos, linaje e imposición de manos, pervierte el evangelio o busca su propio provecho.


5. Conclusión

La legitimidad no depende de una sucesión apostólica visible, sino de una sucesión espiritual en la fidelidad a Cristo. Así como Jesús dijo que conoceríamos a los falsos profetas por sus frutos (Mateo 7:16), también los verdaderos ministros se conocen no por la imposición de manos, sino por la obediencia al evangelio y el poder del Espíritu Santo en su vida.

En otras palabras:

  • La sucesión humana puede transmitir orden, pero no garantiza verdad.

  • El Espíritu Santo garantiza verdad, aun sin sucesión humana.



Ahora vamos a integrar esos dos elementos —las palabras de Jesús sobre el fruto y el caso de Pablo— para reforzar el argumento contra la necesidad de la sucesión apostólica como garantía de legitimidad.


1. El criterio de Jesús: el árbol se conoce por su fruto

En Mateo 7:15-20, Jesús advierte contra los falsos profetas y establece el principio fundamental:

“Por sus frutos los conoceréis”.

Este criterio lo aplica explícitamente a los líderes religiosos de su tiempo: fariseos y saduceos. Ellos tenían toda la sucesión formal —eran parte de la estructura religiosa de Israel, descendientes de linajes sacerdotales o reconocidos intérpretes de la Ley— pero sus frutos eran hipocresía, carga de tradiciones humanas y resistencia a la voluntad de Dios (Mateo 23:27-28).

👉 Con esto, Jesús deja claro que la legitimidad no está en la sucesión ni en la posición institucional, sino en la obediencia a Dios y el fruto de una vida justa. El árbol que no da buen fruto, aunque tenga raíz en un linaje religioso, es cortado y echado al fuego.


2. Pablo: un apóstol fuera de la “cadena oficial”

Pablo es el ejemplo perfecto para mostrar que la autoridad no depende de una línea humana de sucesión:

  • Defiende su apostolado directamente de Cristo:
    “Pablo, apóstol, no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre…” (Gálatas 1:1).
    Esto significa que su autoridad no le vino por imposición de manos de los Doce, sino por el llamado directo del Señor.

  • Aun así, reconoce el valor del testimonio comunitario:
    En 1 Corintios 9:1-2 dice:

    “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.”

    Aquí Pablo argumenta que la prueba de su apostolado no está en una cadena de imposición de manos, sino en el fruto concreto de su ministerio: comunidades transformadas por el evangelio.

👉 El apostolado de Pablo fue validado por el llamado de Cristo y por el fruto en la iglesia, aunque para algunos careciera de la legitimidad institucional que tenían los “apóstoles oficiales” de Jerusalén.


3. Aplicación al argumento

Si tomamos juntos estos dos principios:

  • Jesús: los fariseos tenían sucesión, pero no fruto; por eso eran rechazados.

  • Pablo: no tenía la sucesión oficial de los Doce, pero sí fruto; por eso fue reconocido como verdadero apóstol.

Entonces, el criterio bíblico es contundente:

  • La sucesión apostólica visible no garantiza fidelidad a Dios (caso de los fariseos/saduceos y los ministros de Satanás).

  • La fidelidad al evangelio y el fruto del ministerio sí garantizan legitimidad, aun sin sucesión institucional (caso de Pablo).


4. Conclusión

La Biblia enseña que lo decisivo no es la cadena de manos humanas, sino la mano de Dios obrando en la vida del ministro.

  • Hay ministros de Satanás con ropaje religioso y aparente legitimidad, pero su fruto los delata.

  • Y hay ministros de Cristo, como Pablo, que aunque cuestionados o marginados por las estructuras oficiales, muestran su autenticidad en el fruto de comunidades transformadas y en la fidelidad al evangelio.

Por lo tanto, la verdadera sucesión apostólica no es la institucional, sino la espiritual: la continuidad en la fe, la predicación y el fruto de Cristo en la vida y en la iglesia.



Comentarios

Entradas populares de este blog

concatenar

Epifanio de Salamina y el mito de la Asunción de María

El Mesías que sufre - Etan Levine (Un Judío Lee El Nuevo Testamento) | Extracto